¿Qué hacen los buenos directivos para hacer crecer su negocio?
La gestión y administración empresarial no tenían secretos para Peter Drucker, como así lo demuestran sus más de tres decenas de obras publicadas, que le encumbraron a ser considerado como el padre del management. Peter Drucker desarrolló su carrera profesional como profesor, economista y consultor especialista en sistemas de información y sociedad del conocimiento y en management.
Su contribución a este área de conocimiento es tan significativa, y tan adelantada a su tiempo, que permite calificarle de visionario. De hecho, ya en la década de los cincuenta declaró que una organización no puede concebirse de otra forma que como una institución orientada al servicio del bien público. Explicaba que, como tal, toda empresa debe poder aportar a sus empleados una visión y un sentido de misión, de forma que sus necesidades individuales de contribución social se vean satisfechas. Es el origen del concepto de responsabilidad social corporativa que tan en boca está hoy día.
Las cinco claves del trabajo de todo buen directivo
De las observaciones que Drucker transmite en su libro “La práctica del management”, publicado en 1954, se desprende que para que un ejecutivo tenga éxito, no necesita ser carismático. Concretamente en dicha obra, explica las cinco tareas que deben definir el trabajo de un buen directivo:
1. El directivo debe establecer objetivos.
Los objetivos hacen posible guiar el negocio hacia la meta deseada y la falta de ellos lo deja a la deriva, lejos de todo control y a merced del entorno económico – social y sus cambios. Para que estos objetivos sean efectivos tienen que ser comunicados con precisión a los sujetos de la acción, deben ser alcanzables y realistas y han de respetar la cultura de empresa y sus valores. Porque, como ya dijo Jack Welch, CEO de General Electric durante más de veinte años (y probablemente el ejecutivo más admirado del siglo XX): “Si tengo un directivo que cumple con todos los objetivos económicos pero no sigue los valores de la empresa, le despido”.
2. El directivo organiza.
La organización en la empresa alude a estructuración. Para conseguirla hace falta clasificar el trabajo, tras un análisis de cada objetivo y de lo que requiere para ser alcanzado; de esta forma es posible simplificarlo haciendo una división por tareas. Esta forma de trabajar es mucho más sencilla de gestionar ya que el asignar, seguir y llevar a término cada tarea no entraña grandes complicaciones. La capacidad analítica del directivo es fundamental en este proceso.
3. El directivo motiva y comunica.
Uno de los roles directivos más importantes es el de ayudar a crecer a las personas. Conocer al equipo y construir un ambiente de transparencia y confianza es básico y debe llevarse a cabo en un entorno de integridad y justicia. La asignación de responsabilidades y la celebración de los éxitos son una parte de esta tarea de comunicación y motivación que le conducirán al éxito.
4. El directivo mide.
Peter Drucker ya conocía la importancia de las mediciones y su criticidad en entornos directivos. Para poder tomar decisiones hace falta basarse en datos concretos, fiables, objetivos y actualizados. Uno de los roles directivos que todo ejecutivo debe poner en práctica es medir el rendimiento de la organización, a través de la medida por proyectos, por equipos de trabajo, por áreas y por personas. Todos los esfuerzos contribuyen a lograr resultados a nivel organizacional y por eso nadie puede permitirse perder alineación o demorarse en la detección de desviaciones.
Es evidente que cuando se establecen criterios de medición objetivos y el directivo conoce los parámetros por los que será medido, el rendimiento aumenta. Hace unas décadas no era posible automatizar estas métricas pero, hoy día, existen algunos tipos de software que permiten hacerlo, aportando además un extra de transparencia en el proceso que aumenta la credibilidad de las partes y contribuye a mantener ese clima de confianza tan deseado en toda empresa.
5. El directivo dirige personas.
Según Drucker, ésta es la tarea más importante de todas las que comportan los roles directivos. El directivo, como educador, ayuda a que sus empleados se desarrollen como personas íntegras, a través de sus decisiones y de su relación con ellos. Este contacto personal puede llegar a sacar lo mejor de cada individuo o, por el contrario, desperdiciar el talento y terminar corrompiendo al empleado. Sobra decir que esta responsabilidad es indelegable y que, a la vez, es la que mejor define a cada directivo. Salarios, jerarquía, poder, número de personas a cargo… nada es comparable con emplear el tiempo necesario en motivar, comunicar, escuchar, debatir, proponer y transmitir la cultura de empresa y sus valores. Y este aspecto se ha desarrollado en las últimas décadas gracias al impulso de la sociedad del conocimiento y a la creciente importancia que han cobrado las personas, activo estratégico de las empresas.
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